Ayer, colocando unos libros en la estantería, tropecé con uno de poesía de Laura Campmany que compré hace algunos años cuyo título es el mismo con el que he querido bautizar este post: Travesía del olvido, libro con el que la autora ganó el Premio de poesía Hiperión en su XIII convocatoria y del cual el jurado destacó "su coherencia y unidad, su lograda simbiosis entre vida y literatura, la autenticidad y gallardía de su voz poética y el notable dominio formal de su expresión, que combina con acierto estrofas y ritmos clásicos y contemporáneos".
EL CAMINO es el título del primer poema del libro, del cual guardo un buen recuerdo desde la primera vez que lo leí y dice así:
EL CAMINO
Mi vida tiene forma de camino,
y un fondo de verdad en la maleta,
y una ilusión, ridícula y secreta,
donde confluyen Dios y mi destino.
Mi vida tiene ya sabor a vino,
y a noches de relente y escopeta,
y a pan desmenuzado en la cuneta,
y a humilde vocación de peregrino.
Mi vida es algo tonto que dormita
bajo la higuera azul de la esperanza
mientras el tiempo, inexorable, avanza.
Mi vida es un clamor que resucita
cuando siente que existe, cuando alcanza
un poco del amor que necesita.