Hace algunas semanas, el 25 de septiembre concretamente, estuve en el Teatro Principal de Alicante (con motivo del 25 Festival de Música de Alicante) escuchando la obra Piturrino fa de músic del compositor Carles Santos. Me pareció una obra con fuerza, repleta de una vivacidad constante que mantiene al oyente (a mí por lo menos me ocurrió así) interesado por lo que va a escuchar a continuación. Pero, sin duda alguna, lo que más me llamó la atención fue la interpretación del violinista solista. Hacía tiempo que no presenciaba en un concierto en directo la expresividad en el gesto de los intérpretes al ejecutar una pieza contemporánea. Parece que, en general, se ha perdido la emotividad con la que un intérprete mima cada nota cuando se trata de música contemporánea. La frecuencia de pasajes rápidos y de gran dificultad en gran parte de estas obras “contemporáneas” provoca que algunos intérpretes centren su preocupación en ejecutar correctamente el fragmento, dejando de lado esa expresividad que, en cambio, sí que emplean cuando interpretan una obra de la época del Romanticismo (por poner algún ejemplo). Pero ya digo que el violinista solista que interpretaba aquel Viernes por la noche la obra mencionada vivía cada nota, expresaba cada frase, cada nota, incluso cada silencio (así como también Carles Santos disfrutaba transmitiendo seguridad y dominio al piano, respirando la obra que él mismo ha creado)... Me alegro de que estas cosas todavía ocurran. Y me alegro de haber disfrutado tanto aquel día.
3 comentarios:
Es cierto, hay que respirar y mimar la música clásica contemporánea igual que cualquier otro tipo de música para que llegue al oyente.
De parte de la guitarrista.
La música si no la vives y no la sientes no es la mitad de música de lo que podría llegar a ser...
Como todo en esta vida, con amor y sentimiento se consigue un resultado mucho mejor.
La música sólo es música cuando no se toca si no cuando se vive y se siente, cuando se respira, cuando te dejas llevar por las notas y no cuando ellas te manipulan a tí encajándose dentro de un ritmo.
Hay que jugar con la música, mimarla y dejarla crecer hasta alcanzar su máximo esplendor, para que los oyentes sean capaces de disfrutar de ella tanto o casi igual como nosotros.
Músicos,simples intérpretes, mensajeros e intermediarios entre la música y el público, y aún así beneficiarios de toda su belleza.
Tienes mucha razón, Noe. Depende de los intérpretes el que una obra llegue con todo su esplendor al oyente o no. Ya sabemos que siendo intérprete se disfruta, siempre y cuando exista sentimiento e intención de transmitir, independientemente de la época en que se encuentre la obra a interpretar.
Gracias!
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